Precalentamos el horno a 180 grados con calor solo en la parte de a bajo.
Separamos las yemas de las claras.
Montamos las claras a punto de nieve.
Por otro lado batimos las yemas junto el queso hasta obtener una mezcla bien integrada, sin grumos y cremosa.
Añadimos la leche condensada. Removemos.
Añadimos las claras montadas con una espátula y removemos con movimientos suaves y envolventes hasta obtener una mezcla homogénea.
Preparamos el molde (desmoldable) con papel de hornear en el fondo y untamos mantequilla por los bordes y en la base.
Añadimos la mezcla y damos unos golpecitos para que se asiente bien en el molde.
Forramos la parte baja del molde con papel de plata.
Introducimos el molde en un recipiente más grande.
Rellenamos con unos 2 centímetros de agua.
Introducimos en el horno y cocinamos por unos 35-40 minutos. Depende de la profundidad de tu molde. El mío es bastante alto y ha tardado unos 45 minutos.
Si queremos que la base de la tarta esté mas dorada encendemos el modo calor arriba en el horno y cocinamos por 5 minutos mas.
Paramos el horno y dejamos enfriar con la puerta entreabierta.
Desmoldamos, espolvoreamos azúcar glas para decorar.
Servimos o guardamos en la nevera.